dilluns, de maig 19, 2008

Veïns

Dondequiera que vivo procuro no olvidar que en la escalera de mi infancia estábamos al corriente de las vidas de los otros. ¿Por cotilleo, curiosidad? Desde luego. Sin duda. Lo cual propagó entre nosotros cierta solidaridad y evitó determinados extremos, en tiempos en que existía menos justicia para los desvalidos.
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Y ahora lo monstruoso habita entre nosotros. No saber lo que ocurre a nuestro alrededor es quizá la consecuencia de estar demasiado bien informados. Pasamos tanto tiempo enganchados a las tragedias que se suceden, nos fiamos tanto de lo que se nos confía en un recuadro de papel o de pantalla, que el mundo real, esas partículas que envían sus mensajes a nuestro alrededor, ese dolor y esos sentimientos y esas emociones que crujen, en silencio, pero crujen lo suficiente como para estirarnos la oreja, ya no podemos reconocerlas.

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Maruja Torres, "Los buenos vecinos",a El País Semanal, 18.5.2008.
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