diumenge, de gener 24, 2010

De la tecnologia a la transcendència


De diumenge passat, dia 17, recupero una interessantíssima entrevista al Magazine de La Vanguardia al sociòleg Manuel Castells feta per Álex Rodríguez amb fotos d'Àlex Garcia, com aquesta. Us la recomano fonamentalment per dues reflexions. Una sobre el poder de la xarxa, la seva influència sobre el poder polític, i les seves possibilitats per modificar-lo constantment. L'altra, sobre la necessitat del retorn de la humanitat a tres vinculacions de les que smebla escindida: amb la natura, amb la comunitat social i amb la transcendència. Us en poso alguns fragments a canvi que em prometeu que la llegiu tota.
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La idea de que las empresas mediáticas controlan internet porque poseen YouTube, MySpace, Facebook… en realidad no es tan así, porque las plataformas son de comunicación libre, y si las empresas cortan esa comunicación libre, la gente se va al lado a otra plataforma de comunicación o crean otra nueva. MySpace y YouTube tienen que permitir una gran libertad en el espacio de comunicación porque, si no, pierden usuarios. Se trata de una comercialización de la libertad. Vender posibilidad de comunicación libre. El que la gente sea libre al comunicar no garantiza lo que la gente va a hacer con esa libertad. (...) Internet tiene un efecto profiláctico porque nos impide mentirnos a nosotros mismos como sociedad, y por eso mucha gente tiene miedo a internet, porque se tiene miedo a sí misma.
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Ha habido una individualización total de los proyectos personales y una debilitación de las instituciones tradicionales de control social sin que hayan surgido nuevas. No es que yo vaya a defender la familia tradicional, la religión tradicional o el Estado tradicional…, pero todo eso se ha debilitado. La globalización ha debilitado en la práctica el poder de los estados nacionales, el proceso de secularización en nuestro ámbito ha disminuido los controles de una moral religiosa, la crisis del patriarcado en la familia ha hecho que haya una gran inseguridad en las relaciones personales y una ruptura real de la disciplina tranquila y sistemática de los niños y de los jóvenes dentro de la familia. Todas las instituciones que aseguraban una cierta estabilidad han dejado paso a una individualización: yo y el mundo. Yo con las redes que yo me construyo en el mundo. (...) Se han roto en cierto modo los lazos comunitarios de las sociedades.
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Internet puede ser una excelente herramienta de participación ciudadana activa, basada en la información. No que la gente gobierne por internet, eso es demagogia, pero que constantemente se informe a los ciudadanos, que los ciudadanos tengan acceso a información a la que legalmente tienen derecho.
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Con la crisis los jóvenes están volviendo a casa y a la universidad. Se refuerzan los lazos familiares, que son los únicos con los que se puede contar. Y vuelven a casa, pero como no pueden trabajar, estudian, con lo cual vamos a tener un repunte de los niveles de educación y formación de nuestra sociedad. Mayor educación y mayores lazos familiares como respuesta personal e individual a la crisis: el catastrofismo atemperado por el sentido común de la gente.
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Se cree cada vez más Dios. El ser humano siente que ha roto definitivamente la dependencia de la naturaleza y de lo sobrenatural. (...) Y por otro lado, la muerte conlleva la necesidad de buscarse formas de existir después, de conectarse con lo que existió, de tener alguna esperanza de algún tipo cuando se te muere un ser querido; esto se llama religión, también ahora se llama espiritualidad, y es lo que yo llamo la trascendencia del ser biológico.El extraordinario desarrollo tecnológico y del conocimiento sí que ha llevado a que las élites dominantes, en general, fundamentalmente piensen que hemos dominado la naturaleza, que no tenemos que tener miedo a nadie porque podemos dominar con la ciencia y la racionalidad lo que ocurre en nuestro entorno y que se puede prescindir de Dios. Pero no es evidente que como sociedad podamos prescindir de la naturaleza y podamos prescindir de Dios.
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La trascendencia está altamente vinculada a las normas de conducta que no están estrictamente ligadas a la ley de la ganancia inmediata y a la satisfacción sin límites de los instintos básicos.
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Por tanto, desaparecemos como especie y desaparecemos como sociedad por habernos creído que no necesitábamos ni la naturaleza ni alguna forma de trascendencia.

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