dilluns, de maig 21, 2012

Els vells relats omplen el món de sentit


Navigare necesse est vivere non necess, solía decir [Chesterton] de Isak Dinesen. No basta con vivir, queremos que nuestra vida tenga sentido, se transforme en algo valioso, en una historia que merezca la pena contar a los demás. (...).

Nuestro mundo ha dado la espalda a lo maravilloso y solo el dinero parece tener en él poder para dar valor a las cosas.

Lo maravilloso nos enseña a ver lo más cercano con los ojos de la gratitud y el asombro, los ojos del que ve la belleza del mundo y quiere cuidarla

Y no podemos vivir sin relatos, aunque los hayamos olvidado. Viven a través de nosotros, son el humus del que nos alimentarnos, la savia que protege nuestros pensamientos.

Una pareja de enamorados entona cada noche el Cantar de los cantares, aunque nunca lo hayan leído. Una niña pequeña que imita a su madre, es como la ninfa Eco cuando loca de amor repetía por el bosque las palabras de Narciso. Los relatos de Las mil y una noches no hablan de un mundo ajeno al que conocemos, sino de esas otras vidas que hay en cada uno de nosotros. Miles de niños nacen en el mundo cada día, y miles de mujeres se enfrentan a esa experiencia única que es tener un hijo, y sin embargo apenas se las presta atención. La historia de María y el ángel nos permite interrogar ese instante, preguntarnos qué sucede de verdad en él. En cierta forma, cualquier mujer, al tener el niño que desea, vuelve a contar en el mundo la historia de María y su hijo y en su silencio cuando le contempla dormido en sus brazos está su gozo por el milagro de su nacimiento y su temor a todo lo malo que pueda sucederle.

Los viejos relatos no nos alejan del mundo, lo vuelven habitable y común, lo llenan de sentido.

Gustavo Martín Garzo, fragments de l'article "Contra la cultura del dinero", a El País, 19.5.2012.