divendres, d’abril 05, 2013

Enyor de l'urbanisme



Una de las características de Cataluña es que ha aportado mucho al urbanismo. (...) En las últimas décadas, Barcelona fue capaz de elaborar un modelo urbano que ha sido referencia internacional. Una generación articulada por Pasqual Maragall, Oriol Bohigas, Joan Busquets y otros, supo aprender de lo que reclamaban los movimientos urbanos y encauzarlo dentro de los instrumentos del proyecto urbano. Sin embargo, la misma ciudad que elaboró el modelo no solo no fue capaz de replantearlo en el cambio de siglo, cuando las condiciones estaban cambiando y se reclamaba un urbanismo más participativo, sostenible y transparente, sino que hizo lo contrario y el modelo se fue pervirtiendo hasta perder sus cualidades.

Y si hacemos balance de los más de dos años de política territorial del gobierno de Mas y de los casi dos años de la Barcelona de Trias, el resultado no puede ser más triste. El Tripartito cometió errores, pero promovió un gran proyecto territorial: la Ley de Barrios, hoy detenida. En el Ayuntamiento de Barcelona, los resultados del dúo dinámico de Antoni Vives y Vicente Guallart es insignificante; destacan por una manifiesta ignorancia y desprecio de la gestión urbana democrática. (...)

Entregar la ciudad a los ricos y a los turistas no es hacer urbanismo —cuya esencia es defender el bien público y resolver problemas—, sino exclusivamente marketing de meeting point. La Marina de lujo del Port Vell, aprobado hace dos meses contra la opinión pública y con los votos del Partido Popular de Cataluña, es anti-urbanismo. Ceder un espacio privilegiado a la élite que utiliza yates de lujo y proteger un recinto que debería ser enteramente público con una larguísima valla, que va desde el muelle de pescadores y la torre del reloj hasta el Imax, no solo es una chapuza, sino que es inadmisible en una ciudad que se pretenda democrática. Con el Hotel W y la Marina de lujo se cierra el círculo de apertura de la ciudad al mar, iniciado con el Moll de la Fusta y las playas ganadas para la ciudadanía. Hemos retrocedido a la privatización y ocultación del mar de hace 30 años.(...)

Somos una nación, con su cultura y su lengua, pero sin su estado. Sin embargo, nos hemos convertido en un país sin proyecto, que se autoengaña con el horizonte de la independencia como solución a sus problemas. Y esta tierra de proyectos urbanos está seca.